A tí, con acento y contra la norma, como me bauticé cuando me bautizaste.
A tí, reflejo de palabras en el que juego a ser algo, cuando solo soy palabras.
Mis palabras.
Mis palabras,
que han viajado más que yo,
bebido más que yo,
besado más que yo,
follado más que yo,
llorado más que yo
y con menos sentido.
No han querido más que yo,
no han sentido más que yo,
no han vivido más que yo.
Mis palabras, que se refugian en un drama
del que yo soy mero observador.
Que no necesito en mis días.
Que no quiero.
Mis palabras, que a veces me han dibujado con precisión.
En otras ocasiones han sido espejo del callejón del gato.
En muchas otras se han puesto en boca de otros
de quien yo solo fui observador.
Mis palabras tienen su propia vida.
Creo que les va bien.
Yo de la mía no me quejo.
Soy razonablemente feliz.